lunes, 28 de septiembre de 2015

kamasutra. El epicureo.

EL EPICUREO
pòr SILVIA PONS




A los hombres que llamamos EPICÚREOS son aquellos que les motiva el deseo de estar bien, evitar la mayor parte de penas, padecimientos y esfuerzos, tratarán siempre de suprimir su ansiedad gestionando una infinidad de planes y manteniéndose constantemente ocupado.

Cuando están felices son: entusiastas, vitales, llenos de energía, expertos en la diversión, espontáneos, imaginativos, curiosos, alegres, generosos y hasta seductores.

En cambio cunado no se encuentran bien son: maniáticos, rebeldes, impulsivos, egocéntricos, inquietos, obstinados, distraídos, defensivos, informales y autodestructivos.




En el sexo también existen este tipo de personajes e inician la sesión como quien dice, con una copa de vino en una mano y un buen cigarro en la otra, sentado en un cómodo sofá y disfrutando de esos pequeños gastos que ofrecen grandes placeres. En la antigüedad Epicúro recomendaba el disfrutar de los placeres mundanos en lugar de tener una riqueza decadente o disponer de una buena comida a estar rodeado de lujo ostentoso.

¿ Y porque no aplicar esta filosofía en la cama?

El hombre deberá tener a una mujer que le haga disfrutar de esta postura, aunque para ello deberá agradecérselo posteriormente.

Como se realiza

El hombre cogerá almohadas suficientes para improvisar con ellas un cómodo sillón en la cama, a ser posible debe ser más dura que blanda si fuera blanda, mejor sería hacerlo en el suelo o en un futón.


El trono del hombre ya está montado y el hombre sentado muy cómodamente y con aire abstraído, ve con placer como ella juguetona y con ganas de actividad sexual, pondrá cuerpo y alma para complacer al hombre que se mostrara contemplativo.

El hombre sentado y con las piernas abiertas se apoyará con el codo en las almohadas y esperará a su sensual gatita, que dándole la espalda se acercará a el para iniciar la penetración que nuestro “epicúreo” protagonista principal de esta postura, la recibirá con deleite pero sin inmutarse.

Sera la actitud y actividad de ella la que debe provocar de que el hombre, empiece a pensar en lo que debe hacer para estimular a la mujer. Con que tiene una mano libre y un recorrido de movimiento importante, podrá elegir de que parte del cuerpo de su amada es mejor acariciar y según sea la respuesta de ella, el valorará y juzgará desde su trono de amor.

Por su libertad de movimientos el puede recorrer la distancia que hay desde las nalgas hasta los pechos y pasando por las zonas más sensibles de la espalda de ella. Incluso tiene acceso a la zona anal por si ella es receptiva a este tipo de caricias y estímulos. Ella sensualmente inclinada también tiene de toda la libertad de movimientos, para la penetración ya que puede elegir el ritmo y la profundidad de la misma, ya que el estado contemplativo del hombre le permite controlar por completo la situación.


Por desgracia para ella es que esta postura no permite estimular mucho el punto G y el clítoris, para eso nuestro epicúreo deberá ayudar a proporcionar las caricias que ella no se puede dar y que tan merecido se lo tiene. Puede ser que al fin a nuestro epicúreo se le despierte el apetito y saliendo del trance de la contemplación, hará participe a ella de sus caricias y estímulos sexuales. Aunque por su manera de ser el epicúreo se convierte en un auténtico hedonista y querrá seguir gozando de esta perezosa postura.

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