jueves, 1 de octubre de 2015

un sabor de recuerdo

por un "LLeidata"

Recuerdo bien la primera vez. Yo tenia 17, la sangre me hervía. El fuego me llevaba a estar todo el día dándole vueltas al mismo tema. Sexo, sexo y sexo.












Todos hemos pasado por eso, pero cada caso es especial. Ni mejor, ni peor. Y me refiero a que cada caso es especial porque a mis amigos les iba de diferente manera.


Los había con suerte, que ya practicaban sexo eventualmente, y los había que nanai naranjas de la china. Yo estaba en un punto entre los dos: no practicaba sexo, pero algún tocamiento había habido.


Pero mi fuego era (y es) intenso. Para aquella época no existían los Badoos, Tinders ni Facebooks. Lo mas parecido eran salas de chat. Yo las usaba habitualmente, desde incluso mas joven, para charlar de cosas de adolescentes. Pero llegó el día en que lo quise usar para cosas de adultos. No recuerdo el tiempo que me llevó el perfeccionar la técnica, pero hubo un día que funcionó (por primera vez).


Lo que si que recuerdo es que la cosa fue rápida. Me presenté y mostré mis intenciones. Al otro lado una chica amable me contestó que no, que ella buscaba alguien mas adulto. Insistí. Y Natalia me confesó que tenia 46 años y madre de tres hijos, uno mayor que yo.


Insistí. Mentí. Ofrecí todo lo que tenia. Le dije que era atractivo, alto y educado. Ella no era de piedra, y cada vez se mostraba mas receptiva. Aceptó, y yo sorprendido, no lo podía creer.


Acabábamos de quedar. Convenimos a vernos en un lugar publico, un aparcamiento público y grande (los que conocéis Lleida os podéis imaginar cual es). Ella asistiría con su coche y yo andando. Luego yo me subiría al coche, y ya veríamos que pasaba. Me pareció un plan perfecto. Tenia media hora (aproximadamente) para ducharme y cambiarme.


Era una tarde de finales de verano, todavía larga y con un sol que respetaba. Mientras andaba hacia el lugar me surgieron algunas dudas, nunca lo negaré. Me aparecieron los fantasmas de la coherencia, de la prudencia y alguno más, pero mi fuego era llama viva. La decisión estaba tomada.


Llegue al lugar y vi el coche de la descripción. Plateado con una mujer dentro, que al acercarme bajó con una sonrisa de bienvenida. Me reconfortó.


Os preguntareis como era. Pues era una mujer de pelo corto, algo rellenita, no muy alta y con una sonrisa afable.


Os preguntareis como iba vestida. Creo recordar que llevaba una mini falda vaquera y una blusa blanca sin mangas, tipo camisa.


- Hola guapo.- Dijo mirándome a los ojos.

- Hola Natalia.- Respondí tímidamente.
- Eres mas guapo de lo que me habías dicho. - Solo supe sonreír.
- Tranquilo. Sube al coche, daremos una vuelta.

Subí al coche y arrancamos. Entablamos una conversación sobre nosotros mismos. Edad, profesión, etcétera. Ella conducía hacia las afueras de la ciudad. Me sorprendía su aplomo. Yo era una flan, un flan recién salido del horno. Expectante de la dirección que tomábamos, respondía como podía sus preguntas y atendía (también como podía) a sus preguntas.


Hasta que, ya a unos 5 minutos de la ciudad, dejo atrás la carretera para meterse en un camino sin asfaltar. Recorrió unas decenas de metros y metió el coche en una especie de terraplén desde donde todavía podía ver la carretera. Me pareció un buen lugar.


Bajó del coche, y yo la imité. Rodeó el coche para venir al lado donde estaba yo. El coche apuntaba con su morro hacia la carretera y ella se apoyó en el, justo encima del deposito de combustible. Al bajar, me tomó la mano y me puse delante de ella.


Yo la miré a los ojos. Ella me miro y se rió. Luego, mirando a la carretera me preguntó:

- Es tu primera vez?
- Si. - Respondí nervioso.
- Bien. - Respondió girando la cabeza hacia mi, y entonces me miró a los ojos y vi fuego. Un fuego diferente al mio.

Yo estaba en llamas. Ella era incandescente. Una brasa al rojo blanco, de las que funden el hierro.


Me agarró de la nuca y me llevo hacia su boca. Solo pude abrir los labios, y me metió su lengua buscando en mi. Muy dentro de mi. Me excité, y cuando fui a comprobar mentalmente el estado de mi polla, noté su mano rápida. Me agarro la polla, yo me estremecí.



- Tienes ganas de follar? - Me pregunto entre una sonrisa.

- Si.- Contesté sumiso.
- Tendrás que esperar.

Se desabrocho la blusa, y dejó en evidencia algo que me había pasado inadvertido. Dos enormes pechos. Grandes, muy grandes. Los tenia dentro de un sujetador blanco, se saco uno y repitió el mismo movimiento del beso, pero ahora me llevó más abajo. Hacia su teta. Yo volví a abrir los labios, y note su pezón, grande y duro. Lo chupé instintivamente. Cerré los ojos. La polla me iba a estallar.


Ella: de pie, apoyada en el coche, la blusa de botones abierta, con un pecho fuera.

Yo: recuperado a mi posición inicial.

Le sacaba más de una cabeza. Me miraba con ese fuego. Noté que me iba a fundir, como una ascua funde el plástico, lo sabia. Levanto la falda tejana y vi sus bragas. Blancas a conjunto con el sujetador. Con su mano las apartó y metió un dedo en su vagina. Yo tan solo era un espectador.

Luego sacó un dedo brillante y lentamente lo llevo a mi boca. Me derretí. Su sabor, ese sabor.
Chupe su dedo índice como si fuera la ultima gota de agua de la Tierra.

- Te gusta? - Solo pude asentir moviendo la cabeza con su dedo en mi boca.


Sin sacar su dedo, acompaño mi mano donde antes había estado la suya. Fui en busca de la humedad. Penetre su coño con el dedo indice.

Suspiró con un grito. Aparto mi mano y se la llevó a su boca.

Los dos nos mirábamos, alimentándonos de ella, de su jugo vaginal. Saco su dedo de mi boca y yo saqué el mio de la suya.


- Ahora me vas a comer el coño. Vale?

- Si.

Abrió la puerta trasera, entro con las rodillas, y mientras se daba la vuelta se quitó lo que yo no había visto que era un tanga.

Lo tiró a los asientos de adelante mientras abría sus piernas.

Me quede mirando su coño. Note como se me llenaba la boca de saliva. Depilado con una ínfima linea vertical que quería seguir sus labios hasta el pubis y se perdía no muy lejos.


- Ven. - Dijo ofreciéndome entre sus manos el lugar que debía emplazar mi cabeza. Obedecí. Suavemente me aproximé a su coño y acto seguido ella abrió los labios con sus dedos.


- Chupa. - Y chupé.


No se como chupé, solo sé que enloquecí. Recogía su flujo y lo devolvía. Seguía la linea de sus labios hasta su clítoris y volvía atrás.

Atrapaba su clítoris con mis labios y lo liberaba. Su sabor me invadía.
Al poco rato ella gritaba. Cerraba sus piernas apretadamente. Cuando notaba que yo paraba las volvía abrir y decía:

- No pares, no pares.


Yo volvía a chupar. Repetimos este juego algunas veces. Yo cada vez más cachondo, ella cada vez gritando más.


Medio cuerpo dentro, medio cuerpo fuera, chupaba con toda mi alma. Ella se agarraba en la maneta de su puerta. Gemía y cerraba los ojos. Me apretó la cabeza por ultima vez, y luego abrió mucho las piernas, ayudándose de las manos.


- Ahhhhhhh. Joderrrr. - Y me agarró la cabeza y me apretó contra su pelvis.


Yo solo podía mover la lengua. Casi no podía respirar. Me apretaba fuerte contra ella y movía su pelvis contra mi.

Noté como chocaba contra mis labios, no la alcanzaba a ver, solo oía como gritaba, de una manera contenida.

Noté como su flujo aumentaba, y ya podía sentir la humedad por casi toda mi cara. Ella no me soltaba la cabeza y de vez en cuando, entre suspiros y gritos ahogados me pedía más. Más? Pensaba yo, no sabia que hacer.


Así que improvisé y lleve mi mano entre el espacio de mi boca y su coño. Le metí mi dedo indice.



- Ohhhhhhhhhhhh. Siiiiiiii. - Y me liberó de sus manos.


Mi cabeza era libre. Ella mientras se agarró las tetas. Y cambió el movimiento. Ahora se movía contra mi mano. La miré, y me miró. Entendí que quería otro dedo, y luego sin poder distinguir si era una suplica o una orden dijo:


- Sigue comiendo. - Y acto seguido fui a buscar su clítoris con mi lengua de nuevo.


Os tengo que confesar que me encantaba. Estar chupando y metiéndole dos dedos al ritmo que me pedía ella. No sé cuanto rato estuvimos entre jadeos y movimientos espasmódicos. Solo se que llego el momento en que su vagina se contrajo, atrapando mis dedos.

Noté que se corrió, no solo por su grito salvaje sino porque relajó todo su cuerpo.

Luego calló, solo se oía su respiración. Me miró y no dijo nada. Yo me retire hacia fuera del coche. Ocasión que me sirvió para darme cuenta que tenia la polla mas dura que el chasis del coche. Me hizo entrar de nuevo, señalándome que me sentara en el asiento trasero del medio. Me senté, y ella se sentó delante mio. El espacio era reducido, pero ella era experta.


- Bajate los pantalones. - Me dijo mientras estaba encima mio. Obedecí como pude. Lo conseguí. Ella liberó sus pechos. Me puso sus manos en ellos.

Eran grandes, estaban caídos. Ella agarró mi polla y se la metió. Paraíso. Mi polla estaba follando. O al menos eso creía. Movió el culo hacia mi y hacia fuera unas pocas veces. Cada vez los movimientos mas amplios. No hicieron falta demasiados para hacer que mi polla estallara dentro suyo. Me había corrido.

Se levantó y me ofreció una toallita. Me limpie, se limpió, y nos fuimos.


Cada vez que paso por esa carretera sonrío estúpidamente y pienso: "Ahí me comí un coño".

No hay comentarios:

Publicar un comentario