viernes, 29 de julio de 2016

VACACIONES EN MALLORCA XIII


por MERCHE


 Cuando llegamos al hotel subí a la habitación, mientras él se fue a coger mesa al comedor, pensé en darme crema otra vez, dejé la bolsa con la bebida y cogí el tubo. La verdad es que era un tubo raro, sin especificaciones, parecía tener un nombre alemán, lo cierto es que desde que me lo apliqué por la mañana cualquier roce aumentaba notablemente mi calentura, me unte un poco y lo metí dentro del bolso.


De pronto llamaron a la puerta, pensé que era mi novio, algo que se le habría olvidado, abrí la puerta sin preguntar. Era Ricardo:

-Hola Merche…lo que me pediste esta mañana tiene su precio…

Diciendo esto saco una tela y me vendo los ojos, me cogió del brazo y me llevo a otra habitación, en la misma planta, alguna habitación que quedo vacía esa mañana, pronto advertí la presencia de más gente, no estábamos solos, alguien me desnudo mientras Ricardo me decía al oído:

-Recuerda que tu novio te entrego a mí.

-Sí. Le respondí yo.

Seguidamente doblo mi cuerpo hacia delante y sentí que algo quería entrar dentro de mi boca, debía estar bastante grueso, su barriga me daba en la cabeza cuando la paso toda dentro, solo me dio tiempo a darle cuatro o cinco chupadas, note su presencia detrás cuando metió dos dedos en mi ano para dilatarlo, pues la mano para impedirlo, un acto reflejo que me costó un azote en el trasero:

-¡Quieta, puta! Escuche una voz que no reconocía. Comprendí que ese hombre estaba excitado a tope. Siguió hablando pero ya no se dirigía a ni:

-Parece que está bastante buena y un poco rebelde, como a mí me gustan.

 No era muy delicado que digamos, la introdujo toda de golpe sin vacilar, con movimientos cada vez más acelerados a la vez que azotaba mi trasero sin piedad, solo tardo un par de minutos y todo acabo, me había usado para aliviarse, no conto conmigo para nada. Ricardo me dio mi ropa y me acompaño a mi habitación sin dejar ponérmela, no entendí nada.

Me coloque la ropa, tenía el trasero rojo y baje a comer, ya estarían echándome de menos. Cuando pasé al comedor allí estaban los tres, mi novio como de costumbre medio embobado por los encantos de Diana, cualquier movimiento que ella hacia era motivo para desviar su mirada del plato.

 Yo pensaba que Diana iba a montar otra escenita, pero no, llevaba puesto el mismo pareo y la parte de abajo del bikini, aparte de las miradas provocativas hacia mi novio durante la comida, entre chistes y comentarios no pasó nada, yo mientras buscaba el desconocido que me acababa de follar por detrás el culo, por lógica tendría que estar allí. Terminamos de comer y subimos a la habitación, quería descansar un poco más antes de ir de compras, no le dije nada a mi novio, eso de los azotes no era para comentarlo.

 Un par de horas de siesta, me levante como nueva, me puse el blusón con aberturas en los lados, el que me compró Ramón, un cinturón para subirme las aberturas hasta donde yo quisiera,  unas braguitas y unas sandalias blancas de tacón, no necesitaba más, estaba cómoda y fresquita, cogí en bolso y llame a su puerta, Diana ya estaba preparada y salimos del hotel. Me di cuenta de que practicaba una competencia disimulada, si yo movía las caderas, ella un poquito más, si se movían mis pechos, ella los movía un poquito más, despertó mi curiosidad por saber hasta dónde podría llegar.

 El destino había dejado en mis manos vestir y preparar a la presa que iba a devorar la bestia, iba gustosa a desarrollar mi trabajo.

 La primera tienda, ya me conocían, había ido más de tres veces en cuatro días, los dos dependientes nos saludaron, de allí era el blusón que llevaba puesto.

-Buenas tardes, que desean. Preguntaron.

-Algo fresquito, para la noche. Respondió Diana.

 Sacaron tres vestidos largos.

-¡No, no, cortos para bailar! Aclaró Diana.

 Nos enseñaron algunos para elegir. Ella eligió uno azul cortito y otro negro no mucho más largo, con un poco de vuelo. Yo no los hubiese elegido mejor para mis planes. Fuimos al probador y se desnudó, tenía un cuerpo espectacular y unas curvas de escándalo. Se probó el azul y luego el negro, me pregunto que como le quedaban. Bien le dije yo, el negro un poquito largo.

 El dependiente, que estaba boquiabierto, pues yo había mantenido abierta la cortina que hacía de puerta en todo momento, al oír mi comentario vino hacia nosotros para ofrecer un arreglo gratuito de la prenda, ella acepto, en una hora estarían las prendas listas. Yo le advertí a Diana que aquellos vestidos eran muy finos y que la ropa interior se le iba a notar, a lo que ella respondió:

-Con usar ropa interior oscura o no usar ninguna se soluciona el problema.

 Me lo estaba poniendo en bandeja. Toda los tabúes que tenía desaparecía cuando Alex no estaba presente. Iba ella solita a la boca del lobo. Esperaba que las compras se alargaran un poco más, pero no fue así, en la primera tienda que habíamos entrado se acabó todo, se puso el vestido azul dándolo por estrenado y salimos en dirección a un bar que había frente a la tienda. El vestido azul que llevaba si era fresquito, era tan fresquito que se transparentaban sus bragas y su sujetador, cuando pasamos al bar, al trasluz de la puerta era como si no llevara vestido.

 Pedimos dos cervezas y fuimos al servicio a retocarnos, yo le comenté que se le transparentaba su ropa interior y ella se la fue quitando, primero el sujetador, ya no se le verían las tiras de los hombros de éste, después sus braguitas deslizándolas por sus piernas hasta el suelo.

 Abrí mi bolso sacando un pintalabios y ella vio el tubo de crema misterioso, me pregunto, para que era. Yo le conteste que era un relajante, que me dejaba como nueva. Atrevida como era ella, cogió el tubo y se aplicó una cantidad considerable, terminamos de componernos y salimos dispuestas a degustar una cerveza, me senté en la primera mesa a la derecha de la salida del servicio, ella fue a por las dos cervezas a la barra, diez metros de pura exhibición, era imposible no mirarla, el movimiento exagerado de sus caderas provocaban un movimiento acompasado de sus pechos, parecían moverse libremente dentro de ese vestido semitransparente. Era inevitable que atrajera la mirada de alguno de los paisanos que estaban mirando el futbol en el televisor, una vez sentada Diana en frente de mí, observe que entre aquellos hombres conocía a dos eran los del karaoke, ya me había olvidado de ellos,  solo tardó un minuto en acercarse un paisano a presentarse:

-Hola, soy Antonio, te he escuchado y no pareces de aquí. Preguntó dirigiéndose a mí.

-No, soy del centro de la península. Respondí haciéndome la loca.

 Antonio pidió tres cervezas más y las trajo a la mesa, Diana le hizo un sitio, para que se acomodara, no sé si lo hizo a propósito, pero al retirarse subió tanto el vestido que se hizo evidente que no llevaba bragas, acto que envalentonó a nuestro nuevo amigo. Mientras me explicaba, que era de Bolaños de Calatrava, un pueblo de Ciudad Real, que fue allí de vacaciones y se quedó a vivir, estaba metiéndole mano a Diana que no oponía resistencia alguna, yo apreciaba como se iba abriendo de piernas más y más debajo de la mesa, su cara se iba transformando poco a poco, sin duda la crema que se había puesto estaba empezando a hacer efecto, estaba saliendo la putita que tenía dentro. Antonio subió su mano hacia los tirantes del vestido y los apartó, dejó los dos pechos al aire, tenía los pezones de punta, Diana estaba a tope y Antonio lo sabía.

-¡Ve al servicio y desnúdate! Le ordenó.

 Me quedé perpleja, Antonio se fue en dirección a la barra y Diana se levantó sin decir palabra. Estaba tan caliente que parecía que no tenía voluntad. Pase a ser una mera espectadora, nadie me dijo nada. Me moví de asiento para ver lo que ocurría en el servicio pues ni la puerta cerró al entrar, vi como deslizo su vestido hasta el suelo, lo recogió y lo dejo encima del lavabo. Al momento apareció Antonio con un amigo y entraron los dos al servicio, la cogió por detrás mostrándole los pechos puntiagudos a su amigo que enseguida saco su polla de las bermudas que llevaba y la empezó a mover. No había palabras, ella sola doblo su cuerpo para saborear esa polla desafiante, no le hicieron falta indicaciones, sabía perfectamente lo que ellos querían y se lo iba a dar.

Antonio inmediatamente comenzó a follarla por detrás, no tardaron en llegar los jadeos de Diana que perecía estar fuera de sí, agarraba esa polla con fuerza como si se le fuera a escapar, yo quede inmóvil, como si no estuviera allí.

 Termino Antonio sin sacarla, dentro de ella y su amigo ocupo su lugar, siguieron los jadeos mientras Antonio abandonaba los servicios captando mi atención, se dirigió hacia mí y se sentó a mi lado para terminar su cerveza.

- La próxima vez que quieras follar, ven sola, no distraerás mi atención.

 Me dijo al oído mientras me acariciaba los muslos.

- Te he reconocido desde que entraste por la puerta, también estuve aquella tarde en la discoteca que fuiste con tu pareja y me quede muy caliente. Me aclaro momentos después.

 Me di por invitada si algún día me apetecía volver. Los jadeos pararon y el amigo de Alberto salió del servicio, Antonio se levantó y junto con su amigo abandonaron el local. Yo me levante y fui al servicio, allí estaba Diana recomponiéndose el vestido, queriéndose disculpar por su comportamiento. Hasta me hizo prometer que no se lo diría a Alex. Comprendí que Diana estaba en mis manos desde entonces y descubrí que también me gustaba ver desde fuera esas situaciones, estaba muy caliente y el modo en que me había hablado Antonio me puso más todavía.

 Diana se colocó el vestido como pudo y salimos a la calle a que nos diera un poco el aire, iba temblorosa, como si no se creyera lo que acababa de hacer, me confeso que con dos a la vez no lo había hecho nunca.

Un beso a todos, gracias por los correos os aseguro que los leo todos e intento contestarlos.

Me despido, como siempre, vuestra.... Merche

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