por MERCHE
Yo me incorpore con mi cara llena de semen todavía y mis piernas chorreando y me dirigí hasta el servicio. Ramón cogió mi bolso dándoselo a Juan para que me siguiera.
Al entrar al servicio Juan me pregunto:
-¿Estas bien?
Yo le conteste.
-Estoy llena de leche por todas partes. Pero estoy descubriendo que necesito más todavía.
Al parecer a Juan no le importaba la cantidad de hombres que me pudieran usar. Entonces saco mi ropa interior y me la dio. Yo la rechace diciéndole:
- De momento voy a dejar que me de el aire un poco. Además ya he descubierto lo que te gusta y seguro que disfrutas más así.
Dejo el bolso encima del lavabo y sin decir palabra salió fuera.
Me lave, me coloque la camisa y la mini como pude y salí fuera del servicio también. Javi se había marchado ya, así que quedábamos los cinco. Yo todavía seguía caliente a pesar de los dos polvazos que había aguantado, creo que por la situación y el momento.
Salimos a la calle pero Ramón enseguida advirtió que no me había puesto ropa interior alguna, puso cara de sorpresa un momento, tuve la oportunidad de hacerlo.
Como a cincuenta metros, un coche viejo pero grande, era del más gordito. Ramón me abrió la puerta trasera para que accediera a su interior, por lo que aprecie todavía no se daban por satisfechos. A Juan no le extraño, seguramente ya lo había hablado con ellos mientras estaba en el servicio colocándome. Al subir al vehículo ya sabían todos que no me había puesto bragas tampoco, aquella mini delataba mi desnudez a cada movimiento.
No me atreví a preguntar, me deje llevar, no podía ser mas atrevido que lo que acababa de vivir. Cuando aun no habíamos arrancado ya estaba Ramón acariciándome los muslos, me abrió las piernas y siguió con el clítoris, cerré los ojos y me dejé hacer, de vez en cuando los abría levemente para cerciorarme de que Juan no perdía detalle por el espejo del parasol.
Cinco minutos, solo cinco minutos que me dejaron entre las nubes y ya habíamos llegado pero no sabía donde. Nos bajamos del coche, yo medio turbada, era como un parque grande
Avanzamos por el pasillo central hasta que nos detuvimos a la sombra de un árbol. Yo me esforzaba por comprender que hacíamos allí, cual seria la siguiente jugada, pero era demasiado inocente para ver algo de erotismo en aquella situación.
A escasos veinte metros estaban jugando a la petanca, no sabia que era ese juego hasta que Ramón me lo explico, el caso es que había como diez personas ya mayores al parecer entusiasmados con ese juego. Ramón se acercó a Juan y le hablo algo al oído. Acto seguido Juan me cogió de la mano y me hizo caminar hasta que llegamos al banco más próximo a las pistas de petanca. Cuando me hizo sentar siguió los mismos pasas que en el parquecito de la mañana solo que esta vez no llevaba bragas, el primer contacto con el banco fue frio no se interponía nada entre la piedra y mi culo.
Al principio estos jugadores no se percataban de nada, yo ya sabia que pretendía Juan, mire a Ramón entonces, permanecían expectantes, la próxima jugada era desabrocharme la camisa lo adivine, estaba haciendo prácticamente lo mismo que por la mañana temprano, solo que aquella vez solo había un barrendero.
Desabrocho los dos primeros botones pero junto a los dos que tenia arrancados aquella prenda me dejo prácticamente desarmada, seguía caliente no me había recuperado de la excitación que me provoco Ramón en el coche minutos antes. Era una calentura crónica, parecía que el aire se volvía mas denso, era turbador, solo pensar lo que estaba haciendo allí elevaba mi libido. Me decidí a abrir las piernas, claro que mirando para otro lado, como sin darme cuenta, despacio. Juan ya no se conformaba con eso y cogiéndome una pierna la subió encima de la suya, la atención de los allí presentes fue inmediata, me abrazo y empezó a besarme. Yo miraba de reojo y el juego se iba parando, las miradas cada vez más frecuentes de aquellos jubilados cada vez me gustaban más.
Tanto me obsesione con aquellas miradas que apenas percibí la llegada de Javi, se puso delante de nosotros. No había venido solo y claro me di cuenta de que no estaba allí por casualidad.
Juan paro en un momento de besarme, al parecer yo tenia algo que escuchar, Javi entonces me dijo:
-¡Estos son mis amigos, estos te poseerán cuando quieran, donde quieran y como quieran!
Mirando a Juan espero una señal de aprobación que no tardo en producirse. Me quede mirando bien a los tres amigos de Javi, también me sorprendí un poco, acababa de ser cedida. En ese momento no sabia bien lo que significaba eso y lo que traía consigo, si duda por lo caliente que estaba y por el orden de los acontecimientos, pero aun así todo lo que me estaba pasando lo considere positivo o me lo parecía en aquel momento.
Los tres amigos de Javi eran mayores que el, casados, me fije que llevaban anillos en sus manos, de mediana edad pero un físico normal, no eran de ir al gimnasio todos los días.
Uno de ellos me ofreció su mano derecha, Juan ante mi inmovilidad me cogió la mano izquierda y la puso encima, este desconocido tiro de mí y me levantó diciéndome:
-Vamos a pasear un poco, quiero ver como mueves ese cuerpo.
Y así salimos andando sin que se arrimara mucho dejando espacio para que me luciera.
Comencé a mover mis caderas, la exageración de mis movimientos mantenían en baile mis pechos que asomaban por la maltrecha camisa, Me di cuenta enseguida que nuestra dirección no era otra que los servicios públicos del parque, aunque la atenta mirada de aquellos jubilados nos perseguía el extraño que me acompañaba no cambiaba la dirección.
No me dejo elegir servicio, abrió la puerta de caballeros y entro sin soltarme de la mano pero se paro en el quicio de la puerta dándose la vuelta y quedando frente a mi , yo quede así de espaldas no había avanzado medio metro siquiera y la puerta quedo abierta, no entendí el motivo hasta que comenzó a desanudar y desabrochar mi camisa, me estaba desnudando de espaldas a toda la gente, volví la mirada para ver a Juan que seguía sentado en el banco como si de una película se tratara. El extraño no se para ahí, después de acariciar levemente mis pezones me quito la camisa y procedió a desabotonar mi falda.
La verdad es que me entro un poco de pánico, estaba a punto de ser observada por demasiados hombres y la incertidumbre se apoderó de mi unos segundos. Ya ofrecía mi espalda desnuda a todos, volví a mirar a Juan esperando algún gesto de desaprobación pero parecía gustarle, al ver su cara de felicidad perdí mi miedo inicial y empecé a disfrutar de aquel panorama tan pintoresco, pronto quede desnuda completamente y aquel extraño siguió su odisea por todo mi cuerpo propinándome caricias y elogios sobre mi belleza. Con un pequeño giro me hizo poner mis manos sobre la puerta abierta quedándose detrás de mi, acercándose a mi oído mientras me acariciaba el coño por detrás con su mano me susurro:
-¡Quiero que te afeites la parte de abajo por completo, pequeña puta!
La verdad es que me lo había arreglado, pero no me lo rape completamente, por otro lado Juan nunca me había dado su opinión en ese aspecto. El insulto dado mi calentura me supo a gloria, ya sabía que mi acompañante en ese momento estaba loco por follarme.
No tardo mucho en desenfundar su arma, la sentí dura y mientras me incline un poco para delante el me agarro el pecho izquierdo mientras me penetraba, mientras yo seguía mirando a Juan, su cara lo decía todo. Los demás espectadores estaban perplejos, seguramente nunca habían visto un espectáculo semejante en aquel parque, era tal el gusto que sentía y la libertad que disfrutaba que se me cerraban los ojos.
No tardo mucho este extraño en correrse, yo deduje que la situación y el morbo desatado le produjeron una eyaculación prematura. Si me gusto pero en tres minutos no pude acabar, me volví a quedar a medias, ya empecé a sospechar que lo hacían así para poder disponer de mi cuando quisieran.
En ese momento desee que alguien se acercará y terminara lo que este extraño dejó a medias pero puesto que no note ningún movimiento pasados unos segundos cogí mi ropa y Salí corriendo a la puerta de al lado, servicio de señoras por cierto bastante limpio, es de suponer que unos segundos estuve a plena luz del día sin ninguna prenda encima y la vista de todos.
Tarde muy poco en colocarme, cuando abrí la puerta del servicio Javi y sus tres amigos ya no estaban Juan permanecía en el banco esperándome, me encamine hacia donde estaba el con un poco de miedo por los comentarios que pudieran hacerme los jubilados aquellos pues tendría que pasar por delante, me arme de valor y empecé a mover mis caderas como si no hubiera pasado nada, oía los comentarios pero mas que comentarios eran piropos hacia mi persona, ninguna critica destructiva.
Juan me agarro del brazo y se despidió de Ramón que vino hacia mi para darme un beso el la mejilla diciéndole a Juan.
-Lo acordado.
No entendí nada. Pero imagine que algo tenía Juan preparado, iba un paso por detrás.
Salimos del parque para dirigirnos hacia el hotel. Aunque no había mucha distancia Juan llamo a un taxi, al subir ya el taxista se dio cuenta de la falta de mi ropa interior, en otra situación, un par de días atrás ni me habría fijado en la cara de él, son cosas que vas aprendiendo, aprendí a diferenciar las miradas de deseo. Ya de camino al hotel y le pregunte a Juan que significaba eso de lo acordado, me dijo que era para tomar café en el kiosco que había en la playa del hotel después de comer, Ya no me conto mas porque al llegar a la altura de la tienda de ropa le indico al taxi que parara, yo advertí que el taxista en ningún momento aparto la mirada de mis piernas mientras me bajaba. Juan me indico que pasara dentro y entré, el dependiente se quedo asombrado, no hacia ni tres horas que nos vendió la ropa y a la camisa le faltaban la mitad de los botones y la falda iba llena de manchas.
-¿Que desean? Nos pregunto
-Vamos a ver algo de ropa. Contesto Juan. Me miro y me comento que le gustaría elegir a él la ropa. Después de dar un par de vueltas por los expositores eligió un "palabra de honor”, (blusa sin tirantes ajustada por una goma en la parte superior) y para abajo una falda del mismo color verde oscuro abotonada por un lado hasta la cintura. Me las entrego y fui al probador, esta vez no me sobresalte cuando abrió la cortina para opinar. La vedad es que me quedaba bien. Me lo volví a quitar me puse lo que llevaba antes, pago y nos fuimos a comer al hotel.
Subimos a la habitación a cambiarnos y hablamos un rato sobre lo sucedido, la complicidad y los gustos eran extremadamente similares, todas las barreras en cuanto al sexo estaban cayendo a nuestro alrededor, los gustos, las actitudes y comportamientos fueros explicados y en la mayoría de los casos compartidos.
Me puse el bikini con pareo por encima y decidimos bajar a comer. No hablamos del tema en toda la comida, eso si comentamos lo buena que estaba, la verdad es que tanto sexo me había dado hambre. Salimos a la terraza después y ocupamos dos hamacas vacías, me quede durmiendo prácticamente al instante.
Me despertó Juan mi novio:
- Cariño llevas dos horas durmiendo ya, voy con Ramón a tomar café en el kiosco, cuando te despejes vienes, mientras voy pidiéndote uno.
-Si, ahora voy. Le conteste aun media dormida
Juan se alejó y yo me incorpore, me había sentado bien la siesta, estaba como nueva. Vi a mi marido llegar al kiosco, estaba con dos personas, pero no distinguía bien quienes eran. Al irme acercando reconocí a Ramón, a los tres o cuatro pasos ya pude distinguir a David el obrero fuerte de la noche anterior. Al llegar allí salude con un beso en las mejillas a los dos "amigos" y pedí un vaso de agua. Estaba sedienta. Estuvimos hablando como diez minutos de cosas sin importancia, el ambiente de la playa, que si hacia mucho calor, que había poca gente hoy, etc...,
Mire a mi izquierda y vi que cuatro viejitos se acercaban al kiosco, eran los cuatro amigos que vimos al principio en la playa, los primeros que me vieron las tetas. Dieron las buenas tardes y se pusieron al lado de nosotros pidiendo un refresco al camarero.
Ramón se agacho y de una bolsa que había a sus pies en el suelo saco una caja pequeña me la dio y la abrí, era un bikini blanco.
Yo entendí que era un regalo para que me lo pusiera en el momento y así me lo confirmo. Me fui para la habitación pensando por el camino que se le habrá ocurrido a Ramón ahora, esto parecía que no iba a tener fin.
Me lo probé y era increíble, no podía tener menos tela, extremadamente pequeña la parte superior y la inferior otro triangulo por delante tipo tanga anudado por las caderas.
Me lo puse y me mire en el espejo del baño que era de cuerpo entero. Ya a estas alturas no me iba a escandalizar. La verdad es que aun me queda bien. Baje a la playa y allí estaban los tres esperando el espectáculo, yo empecé a mover mis caderas y cuando llegue a su altura Juan me pego un morreo, como queriendo demostrar que era mi macho aún. Cuando terminó me di cuenta que los cuatro vejetes habían notado el cambio de atuendo y me miraban de arriba hacia abajo el cambio era bastante notable.
Ramón me dijo señalando a la bolsa:
-No te preocupes que hay recambio mire y en la bolsa había otra cajita igual a la que me había dado.
David dijo entonces:
- Llego la hora de tomar el sol y agarro una mochila grande y pregunto:
-¿Vamos?
Juan contesto:
-Si. Mirando a Ramón.
Ramón se escaso diciendo que era mas hombre de barra de bar que de sol.
Los dos iban delante y yo iba detrás siguiéndolos a tres pasos, yo oía que iban hablando pero no distinguía lo que hablaban. Llegamos al final de la gente y aun seguían andando, a unos veinte metro se pararon y David sacó tren toallas muy amplias de la mochila. Mientras ellos se dedicaban a extenderlas yo les dije:
-Voy a probar el agua.
Ninguno dijo nada por lo que me adentre en el mar hasta que me cubrió los hombros y después me dispuse a salir, el agua estaba muy bien. Los cuatro viejos mirones se estaban acomodando a tres metros de nosotros, yo creo que les había gustado el bikini.
Al salir del agua se quedaron los cuatro mirones boquiabiertos, yo mire para abajo y vi mis pezones de punta y mi coño que se transparentaba, la parte de abajo casi desapareció, me tape fue el instinto, yo creo que eso los calentó más. Aquella prenda por ser blanca contrastaba más con mi bello negro.
Llegue junto a Juan y David y me habían dejado un sito en medio, la verdad es que eran una toallas muy amplias.
Me tumbe boca arriba y Juan me miro, yo ya sabia lo que tenia que hacer, solté la parte de arriba del bikini y me lo quite. Me di la vuelta para recibir crema de Juan, pero el que se disponía a darme crema era David, Juan ni se movió.
Gracias de nuevo a todos, espero vuestros comentarios
Hasta pronto se despide Merche .... siempre vuestra
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