martes, 19 de julio de 2016

VACACIONES EN MALLORCA VII

por MERCHE

Como Juan se durmió temprano se despertó muy bien, descansado, como nuevo, yo me tuve que reponer cinco minutos mas, relajando todo mi cuerpo. Prepare la ropa que me iba a poner, el "palabra de honor" y la falda verde abotonada. Me puse mis braguitas un sujetador sin tirantes para que no se me vieran por encima de los hombros. La verdad es que el alcohol no había dejado ninguna señal externa, no había ojeras ni resaca.

 Juan salió a la terraza a echar un vistazo y me dijo:

- Nos han cogido la hora, sal a saludar.

Claro, Juan no sabia nada de la noche anterior y yo tampoco quería contarle de momento. Salí y estaba el mirón de enfrente, el único que no me había hecho nada el día anterior, con una mano sujetaba la cámara y con la otra saludaba, parecía que  disfrutaba solo con eso. Yo le alce la mano, y él puso la maquina en posición para hacernos una foto. No me corté, me quite el sujetador y le enseñe los pechos. Pensé que un poco de atrevimiento por mi parte no perjudicaría en nada  mi situación.

 Juan me dijo entonces:

- No te preocupes, me prometió ayer que esta noche me regalaría una tarjeta de memoria con todas las fotos dentro.

Me alarme un momento, no sabia si todas las fotos, serian todas, incluidas las de la noche anterior. Pase a la habitación poniéndome el sujetador, ya era hora de vestirnos, me puse toda la ropa y me recogí el pelo dejándolo caer hacia delante por la parte derecha de mi cuerpo.

Un desayuno ligero en el bar del hotel, aprecie algunas miradas y me asalto la duda, quizás alguna persona de las que me estaba mirando  me pudo  ver la noche anterior, me ruborice un poco, los camareros también dirijan sus miradas hacia mi, terminamos el desayuno  y salimos para la calle, sin tardar un minuto. Mi novio Juan llamó a un taxi y se despidió con un beso en los labios. Quedé en la acera esperando, desde allí se podía divisar el karaoke  y la tienda de ropa pero no tardó mucho en aparecer Ramón con un BMV grande, muy grande, estaciono el coche y se bajó, llevaba un traje elegante:

- Estas  preciosa,  pero no es lo que tenia pensado para hoy

Sin dame opción a responder me dio un beso en la mejilla, me cogió la mano y me dirigió hacia la tienda de ropa, el dependiente al verme se quedó sorprendido, tres veces en dos días, estaba haciendo negocio conmigo.

Ramón se acercó al rincón de las ofertas  y eligió un blusón de tirantes con abertura en los lados, me hizo pasar al probador y sin cerrar la cortina me lo dio esperando que me lo probara, me desnude y así lo hice quedándome de frente al dependiente en sujetador y bragas.

 Éste ni se inmutó, pase a creer que era gay, Ramón a continuación pidió complementos y eligió un bolso amplio y un cinturón ancho para mi blusón. Me probé el cinturón pero no comprendía para que.

 Salimos de la tienda, con la ropa que me había comprado allí, subimos al vehículo y comenzamos el viaje. Se incorporo  a una autovía, yo la verdad es que los carteles de la carretera no los comprendía, estaban escritos en mallorquín, cosa que  me aclaro Ramón, "vía de cintura " o algo parecido no recuerdo bien.

 Salió después a una carretera secundaria y al llegar al primer pueblo paro el coche a la derecha de la calzada, se bajó del coche y me indico que hiciera lo mismo, baje y sin preguntar nada tiró de mi blusón para arriba diciendo:

- Ya está. Pero, mejor quítate el sujetador.

Me miré en el espejo derecho exterior del vehículo, comprendí que con un movimiento había transformado mi atuendo en una maquina de seducir, al subir el blusón para arriba las abertura laterales de éste me quedaban casi a la altura de las caderas y los tirantes de arriba quedaba holgados y se iban de un lado para otro, el blusón al ser de tela fina y medio transparente  hacia que mis pezones se marcaran bien en el.

 Me indico que abriera la guantera había un bote de lubricante y se lo enseñe. Lubrícate me dijo, yo le conteste que llevaba las bragas puestas, él no dijo nada, espero para ver cual era mi reacción. Procedí a quitármelas y, empecé dando un poco por encima del clítoris para bajar introduciéndome dos dedos en mi interior, lo hice tres o cuatro veces, cuando me iba a correr Ramón me dijo que en el culo también, volví a coger más de este producto y lo introduje en el ano.

Acto seguido Ramón me dio varios pañuelos de papel para limpiarme las manos. Una vez hecho esto, tire los pañuelos al suelo y cerré la puerta. Ramón me cogió de la cintura y comenzó a pasear, no sabia donde me quería llevar, era temprano para ir de copas.

Una taberna casi vacía, tan solo una persona al fondo de una barra en forma de U, en las paredes  espejos colgados para aumentar  en lo posible el tamaño del local, al pasar note como el blusón casi desaparecía  por la luz del sol, nos colocamos a la izquierda, a un par de metros del único cliente que había, los buenos días como saludo y un par de vinos que pidió Ramón.

La verdad es que no sabia que hacíamos allí, el único cliente del bar parecía  borracha, sucia, y con un aspecto descuidado, sin duda llevaba horas bebiendo, pero aun así no me quitaba ojo de encima. El camarero  después de poner los vinos desapareció en lo que parecía la cocina de aquel sitio.

 Pronto Ramón paso a la acción, sentándose en un taburete alto me atrajo hacia él  y deslizando su lengua por mi cuello llego hasta mi oreja me dio un mordisquito dejando al borracho asombrado, por la sorpresa supongo, no era la hora ni el lugar adecuado para ello.

 Ramón  ya se había disparado, dejo caer sus manos  a lo largo de mi espalda hasta llegar a mi culo masajeándolo, mientras yo por el espejo de la pared veía como iba subiendo el blusón hasta dejar parte de mi trasero a la vista de aquel desconocido.

Yo notaba como aquel sucio borracho se iba aproximando tímidamente, despacio, mientras mi calentura seguía aumentando en parte por las caricias  de Ramón sobre mi cuello con su lengua. No dio tiempo a mas, dejando un billete encima de la barra me cogió del brazo y salimos de allí, no entendía nada, creí que era lo que tenia planeado pero no,  la mente de Ramón era aun mas retorcida, nos dirigimos  hacia el coche,  ese corte en el ambiente que se había creado me produjo una gran incertidumbre y curiosidad a la vez.

 Arranco el coche y reanudemos la marcha despacio, atravesamos el pueblo y Ramón me dio un pañuelo grande diciéndome.

-Tapate los ojos, que me vas a dirigir.

Me tape los ojos y entonces me explico las reglas del juego, yo tenia que decirle por donde tenia que ir, próxima a la izquierda, próxima a la derecha, etc., El jueguecito terminaría cuando encontráramos  al primer hombre, entonces lo seduciría y me lo fallaría. Yo le dije a Ramón que no sabía si estaba preparada para hacer esto, que no sabría seducir.

 -¡Tranquila! Dijo Ramón. Si veo que te paras intervengo.

 Ya no supe que decirle y empecé el juego, primero a la derecha después a la izquierda, a la izquierda nuevamente, el coche entonces paro, me quite la venda expectante sin saber lo que me iba a encontrar.

 Un pastor de ovejas, un pastor negro, a mi me entró pánico, tenían fama de poseer unos instrumentos inmensos.

Salió Ramón del vehículo porque me vio un poquito parada y se puso a hablar con este hombre.

-Buenos días, tienes agua para el vehículo.

- Si dentro, espera que termine de soltar el ganado. Dijo el pastor negro con un acento extraño. Esperamos allí como dos minutos y salió de nuevo el negro. Ramón le pregunto de nuevo:

-¿Vives aquí?

- Si con otro compañero, solo salimos para hacer la compra. Respondió el pastor.

Era una casa vieja, de cal, parecía que iba a venirse abajo. Siguió preguntando Ramón:

-¿Es una casa de labor antigua, nos la enseñas?

-Ningún problema. Respondió el pastor mirándome.

 Hasta ese momento no me había prestado atención alguna. Abrí la puerta del coche baje una pierna asegurándome de que el negro me seguía mirando para que comprobara que no llevaba bragas y después baje la otra incorporándome después. Me subí un poco el blusón tirando por encima del cinturón hacia arriba. Comprobé que las aberturas laterales llegaban casi a mis caderas me uní a ellos para aproximarnos hacia la casa. El negro no paraba de mirarme y obtuve la aprobación en los ojos de Ramón.

Me ofreció pasar primero, muy educado este señor negro, siguiéndome sin quitar ojo de mi movimiento de caderas que yo iba moviendo exageradamente

Si era vieja la casa y parecía muy amplia, el salón primero, después un pasillo cortó. Una habitación a la derecha y a la izquierda el aseo, que parecía estar reformado hace poco.

Cada vez que me acercaba al umbral de la puerta de cualquier habitación para echar un vistazo, el pastor aprovechaba para restregar su bulto cobre mi trasero. Yo ya estaba a cien otra vez. Al llegar a lo que parecía  el dormitorio vi dos colchones en el suelo al lado de una gran ventana. Estaba su compañero dormido, desnudo. Yo me frené de golpe, era tremenda, muy grande y estaba en reposo.

 El pastor pego una voz y el compañero de éste se despertó de golpe, siguió hablando con las dos o tres frases más. Yo no entendí nada, pero desde donde estaba este si que seguramente me vio parte de mi coño.

Cogiéndome de la cintura me deje llevar por el pastor hacia la ventana, quedándose el que estaba en el colchón pegado a mi pie derecho, cruzaron una frase los dos negros, pues eran los dos de color y mientras me explicaba señalando por la ventana donde dormían las ovejas, bajo su mano hasta mi trasero, seguramente estaba esperando que Ramón le dijera algo, pero como no lo hizo, me lo empezó a sobar despacio, la verdad es que  yo miraba mas para abajo que por la ventana , aquella cosa estaba creciendo, intentaba taparla con su mano pero era imposible, sabia que desde el colchón se me vería todo, pero lo único que hice  fue un movimiento de hombro paraqué el tirante se me bajara y dejara ver  parte importante de un pecho no paso desapercibido .

 A continuación el pastor me señalo una puerta que daba a un patio, salimos y como a cinco metros había un grifo a la derecha. Me dio una garrafa de cinco litros para que la llenara, y se quedo esperando. Yo comenzó a andar, Ramón y el pastor se quedaron observando como movía mis caderas hasta llegar al grifo que estaba a unos treinta centímetros del suelo. Doble mi cuerpo hacia delante, yo sabia que se me estaba viendo todo, puse la garrafa y abrí el grifo. El pastor se acercó para ver más de cerca y Ramón a coger la garrafa diciéndome:

- Ahora vuelvo, es posible que haya que llenarla otra vez.

 Me levanté y el pastor me volvió a coger de la cintura señalándome una nave chiquitita que había allí al lado, solo tenia tres paredes, yo deduje que era para guardar algún coche, me llevó ata allí, por el camino ya me iba introduciendo la mano en la rajita de mi culito con delicadeza acariciándome de arriba hasta la entrada de mi ano, yo estaba a mil, me bajo el tirante que estaban medio suelto y me acaricio el pecho, extendió una manta que tenia en aquella nave en el suelo y me tumbo con delicadeza, me quito el cinturón, y yo colabore quitándome el blusón, me abrió las piernas despacito yo las encogí y las abrí mas, todo lo que pude,  se agacho y se fue aproximando a mi coño y empezó a darme un masaje circular con la lengua, insistiendo mas en mi clítoris, despacito , mi calentón iba subiendo como cuando subes una escalera peldaño a peldaño, no paraba de subir. A lo lejos, como a cien kilómetros (para mi en ese momento). Entro Ramón con el otro negro que llevaba la garrafa en la mano, la soltó al vernos, como Ramón no dijo nada  se acercó arrodillándose delante de mi cara.

 Ramón se acercó después y sacando una cámara fotográfica del bolsillo, me la enseño. Yo como estaba en el cielo y además con lo que había vivido el día anterior, he de reconocer que hasta me gusto.

 Le puse la mano encima del bulto al que tenía al lado y me comprendió, no tuve que decir ni una palabra, se la saco y la cogí con la mano.

¡Menuda herramienta! No tenia claro que el tamaño de ese instrumento pudiera caber dentro de mí. Llame a Ramón y le pedí que me trajera lubricante pues el que tenia abajo se lo estaba comiendo todo. Empecé a chupar, pero apenas entraba en mi boca. Para compensar la falta de profundidad de mi boca sacaba mi lengua y la lamia entera.

Llego Ramón con el lubricante, el de abajo aparto su boca de mi coño se echo en la mano y me lo empezó a extender. Ramón empezó a hacer fotos con la cámara, como la chupaba, como me retorcía de gusto, como se preparaba para penetrarme, el pastor lo hizo despacito, poco a poco, yo notaba como iba ocupando todo mi interior, como me iba elevando, parecía que mi cuerpo no tocaba el suelo. Ramón saco el móvil, y me hizo dos fotos con él, empecé a masturbar con la mano sacando la polla de mi boca. Ramón me dio el teléfono tuve que soltar la polla de la mano y me dijo:

-Contéstale a tu marido que le he mandado dos fotos tuyo.

Me puse al teléfono y si era él

-¿Merche?

Yo le contesté:

-Cariño, casi no puedo hablar, ya me ha dicho Ramón que te ha mandado dos fotos, te lo contaré todo cuando llegue.

Juan me pregunto:

-¿Pero con dos negros?

-Siii...

Le dé el teléfono a Ramón y el pastor que había relajado sus movimientos mientras estaba hablando por teléfono, empezó a acelerar, era increíble el placer de sentirme toda llena con una sola polla, agarre con fuerza el miembro que había soltado para coger el teléfono y comencé a chuparlo como si me fuera la vida en ello, con ansiedad, moviendo mi lengua alrededor de su punta. Me apetecía gritar de placer, pero no quería dejar de chupar aquella polla tan formidable, no recuerdo las veces que me corrí, no me daba tiempo a contarlas. Sin avisar aparto su miembro de mi boca, repartió el semen sobre mis pechos, yo lo extendí sobre los dos mientras me los frotaba. El que estaba penetrándome  seguía con su ritmo frenético, hasta que su miembro exploto dentro de mí, era como un volcán, me inundo toda de semen, al sacarla noté como  choreaba aquel liquido. Era increíble la cantidad.

 Ramón sacó un pañuelo y me lo dio, me limpié e intente ponerme de pie, me era imposible. Me ofreció su mano aquel pastor y me ayudo a incorporarme, me fui al baño dando tumbos, no me aguantaban las piernas, detrás de mi venia el pastor, me dijo que había agua caliente y me encendió la ducha saliendo de allí. Yo no creía que mi cuerpo pudiera aguantar tanto.

 Me duche con agua templada. Cuando me disponía a salir por la puerta del baño, apareció Ramón con la ropa para que me la pusiera, había ido a por el sujetador y las bragas al coche, me dejo sola para que me arreglase. Tarde como dos minutos, tampoco era mucha la ropa que me tenía que colocar. Al salir me vio Ramón y se despidió, y los dos pastores  se aproximaron a mí dándome un beso en la cara me dijeron:

-Vuelve cuando quieras. Estamos a tu disposición.

Salimos de la casa y nos subimos en el coche, dio media vuelta en el camino y emprendimos viaje. Ramón metió la mano en la chaqueta y me dio la cámara de fotos y me dijo:

- Para que veáis las fotos los dos juntos, es el primer regalito, luego pasare esta tarde a recogeros, que tengo otros regalitos para vosotros.

Yo calle no dije nada, estaba rendida y me quede durmiendo.




continuara

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