domingo, 7 de agosto de 2016

VACACIONES EN MALLORCA XV











Hola, estoy otra vez de vuelta, creo que ya solo quedamos los bueos lectores y yo. Ahora podre relatar mis experiencias con mas confianza.

Bueno, sin mas dilación prosigo, me propuse en su día relatar  todo lo acontecido y quiero cumplirlo.

 Abrí los ojos, ya era de día, la habitación estaba iluminada por la luz de la mañana,  se me hizo corta la noche. Lo primero una ducha, Juan dormía como un tronco, pensé que con el ruido del agua al caer lo despertaría.

 Cuando  salí de la ducha vi que Juan seguía igualmente  dormido, opte por salir a la terraza , el pelo seguía un poco mojado a pesar de que use un secador, utilice una toalla del hotel, que por cierto son un poco cortas. Ya en la terraza observe que algo había cambiado, no había tanta gente como en días anteriores, mire para abajo, al lado de la piscina del hotel, en una mesa, dos personas, una me alzo la mano, de primeras no conocía a esta persona pero igualmente lo salude, luego ya cuando se acostumbró mi vista a la luz comprobé que era Ricardo. Me hizo señas para que bajara, la verdad es que me apetecía un café, pero Juan seguía  durmiendo. Lo pensé unos segundos pero al final le hice una señal de que iba a bajar.

Me coloque el blusón  el cinturón y unas braguitas blancas, era muy temprano para que Ricardo quisiera algo,   por cierto creo que eran las ultimas, no sé porque parecía que me desaparecían solas.

Juan seguía a lo suyo, ni se movía, yo volví a mirarme en el espejo para colocarme el blusón, me vi bien, parecía mentira, incluso parecía que mi cuerpo agradecía tanta actividad sexual, me toque  y nada, estaba todo perfecto, como si hubiera llegado la noche anterior al hotel.

Me lo pensé dos veces, las braguitas blancas se veían a través de ese blusón, decidí quitármelas, de todas formas solo iba a tomar un café, abrí la puerta y baje colocándome el blusón  la verdad es que cuanto más me lo subía mejor me quedaba.


 Cuando Salí a la piscina ya me habían hecho un sitio en medio de los dos, Ricardo se levantó y me dio un beso de buenos días el otro me dio la mano, se presentó como Max, era regordete ya cumplidos los sesenta y bastante feo por cierto, luego aprecie que también era bajito.

 Me quede un poco pensativa, podría ser el de ayer, pero no lo vi lógico en ese momento, ya cuando me senté  y debido a lo mucho que me lo había subido Ricardo noto que no llevaba nada debajo.

Aproximo su silla y echando el brazo por encima de mis hombros me dijo, mientras se asomaba a mi escote:

-Ya está preparado Gori para esta noche, ¿tanto te gusto?

Yo no quise desvelar mis planes, así que no respondí.

 En ese momento llego el camarero, la postura de Ricardo le extraño, al fin y al cabo era casado y trabajaba allí, el camarero era bastante jovencito, y las caricias sobre mi hombro habían retirado  prácticamente uno de los dos  tirantes que me sujetaban el blusón. Ricardo se percató enseguida de la reacción de aquel joven, cuando le pedí el café y se fue, Ricardo aproximo su boca y me dijo:

-Quiero que cuando te traiga el café se quede boquiabierto, enséñale todo tu coño.

El viejo regordete Max estaba escuchando todo sin perder detalle de lo que sucedía. No tuve que moverme mucho, con subirme un poco el blusón y echar mi cuerpo para atrás solo me quedaba abrir las piernas cuando el camarero apareciera.

Cuando llego el camarero hice lo que tenía pensado, al camarero casi se le cae la bandeja, pero no dijo nada, se fue, eso sí mirando para atrás cada dos pasos.

Ricardo me dijo entonces:

-Voy a hacer que te corras aquí mismo putita.

Y abriéndome las piernas puso una de ellas encima de la suya quede completamente abierta y el empezó a acariciarme el clítoris, Max por su parte no podía abrir más los ojos.

Viendo la cara de sorpresa Ricardo no dudo en aclarar a Max la situación:

-Ves ya te dije que haría lo que yo quisiera.

A lo que Max replico:

-Y su novio, me dijiste que tenía novio.

Yo me corría mientras veía al camarero entre los cristales del bar moviéndose para buscar el mejor Angulo.

-Su novio no dice nada, al contrario creo que le gusta y disfruta viéndolo. Le contesto Ricardo,

Le basto eso para  acercar su mano, deslizar el tirante por mi brazo y  acariciar el pecho que quedo al aire.

Yo a esas alturas había perdido el control pero Ricardo paro en seco, menos mal, porque alguien tenía que parar aquello. No estábamos en un sitio apropiado, en cualquier momento podía pasar alguien por allí, no es que me importara, estaba demasiado caliente, pero a él sí, estábamos en su trabajo. Inmediatamente me recompuse un poco, no había probado el desayuno todavía.

Ricardo, mientras yo desayunaba fue contándole a Max lo vivido en aquel bar de alemanes, desde su punto de vista parecía más bien una locura que otra cosa, pero no quise interrumpir.

De pronto de levantaron los dos, tenían varias tareas que hacer, según ellos ese día llegaba gente nueva al hotel y tenía que estar todo preparado para el cambio, al final no me entere si Max fue el que me tuvo el día anterior.

Despidiéndose sin beso esta vez se  alejaron hablando los dos, yo proseguí con mi desayuno que por cierto me apetecía bastante, aunque me había dejado muy caliente.

Me quede pensativa, parecía que mi cuerpo iba por delante de mi mente, debería haber previsto lo que pasó allí, o acaso lo estaba deseando en mi subconsciente. ¿Era tan caliente que le tenía que ocultar a mi novio la mitad de lo que hacía?

 Fueron sucediéndose preguntas cada vez más difíciles de responder. ¿Sería capaz de contenerme cuando las vacaciones acabaran?

Mientras seguía haciéndome preguntas sin respuesta aparente vi salir a Diana por la puerta que daba a la playa, ella no me vio o en ese momento no quiso verme, para mi sorpresa no se dirigía hacia la playa precisamente, su dirección iba encaminada al hotel de al lado.

 Empecé a dudar, según me había dicho Alex, madrugaba para buscar un sitio en la playa, seria mucha casualidad que ese día fuera el único que engañaba a Alex, además me entro curiosidad de como acabaron la noche anterior, así pues, cogí el bolso, me levante con la intención de averiguar por lo menos alguna cosa.

 Seguí a Diana, ni se volvió a mirar, eche una mirada hacia la playa, estaba especialmente vacía para la hora que era. Diana entro por el restaurante, yo sin dudarlo la seguí, tarde en entrar como un minuto, pero al pasar no la veía, eso sí, aquello estaba a reventar, maletas, bolsas repletas de regalos y mucha gente. Me acerque a la barra para ver si podía localizarla y al final allí estaba, justo al fondo. Intente avanzar entre la gente. Antes incluso habría esquivado aquella aglomeración, pero ahora hasta me gustaba aquella sensación de roces intencionados, ya sabía que muchos me habrían reconocido, mis aventuras en aquellas verbenas me habían procurado una imagen que me precedía, pero yo intente avanzar por donde menos sitio había, hasta que de pronto alguien me agarro por el brazo derecho:

-Hola, buenos días.

Allí estaban los tres de la noche anteriores, era de esperar que me los encontrara,

-Buenos días, ¿preparando las maletas? Pregunte.

-No, que va, aunque nos hemos llevado muy bien con todo este grupo, no vamos con ellos. Nosotros nos quedamos todo el fin de semana, somos de Vallecas.

Aquella aclaración me dejo sorprendida demasiado cerca pensé, pero ya era demasiado tarde también, incluso aquella aclaración deduje que la habían hecho porque sabían de donde éramos nosotros. De todas formas nada se podía hacer ya.

 El más lanzado, que era el único que hablaba, me llevo hasta la barra, por el camino y con la excusa de las apreturas note su mano en mi trasero. Esa picardía que tenían algunos hombres al aprovechar cualquier ocasión, me gustaba, me hacía sentirme deseada en cualquier momento, cuando llegamos a la barra se encaró a mí  y me pregunto:

-¿Dónde vas a estas horas por ahí sin bragas?

Sin esperar respuesta pidió al camarero cuatro cafés, yo ya había tomado pero otro café no me vendría mal. Busque a Diana con la vista, apenas la podía distinguir entre tanta gente, pero de buenas a primeras la multitud iba abandonando el restaurante, al parecer el autobús que los tenía que llevar al aeropuerto estaba preparado. Diana se fue con los cuatro mirones sin darse cuenta de mi presencia, nos estábamos quedando prácticamente solos momento que aprovecho para preguntarme:

-¿Bueno y que planes tenéis tu novio y tú para hoy?

-No sé, no se ha despertado aún. Respondí yo

-Tu novio está durmiendo y tú por ahí sin bragas, pues vamos a hacer una cosa, yo te doy mi móvil y cuando lo sepas me avisas. Dijo el más lanzado. Sin esperar una negativa cogió una servilleta de la cafetería, saco un bolígrafo apunto su número y me lo metió en el bolso.

Me invitaron a subir:

-Si quieres vamos arriba, seguro lo pasaras bien.

Iba bastante caliente, pero creía que Juan estaría despierto ya.

-No, tengo que ir con Juan,  seguro está preocupado.

Ellos lo comprendieron entre risas claro, la verdad es que no era muy normal que yo estuviera tomando café con otros hombres en otro hotel mientras mi novio dormía.

Me despedí de ellos y me dirigí al hotel, cuando ya había casi llegado, vi la calle llena de jóvenes, seguro eran los nuevos vecinos por unos días. Seguro que eran estudiantes, no eran más viejos que yo, de eso estaba segura, pero eso sí, no debía ser un colegio mixto. Decidí subir por la escalera, los ascensores estaban llenos, cosa que agradecieron los que subían tras de mí, oía las murmuraciones que hacían sobre mi trasero, la verdad es que el blusón aquel no escondía mucho desde aquella posición, me hizo gracia que les chocara tanto ver una mujer casi desnuda, tampoco era para tanto.


Continuara…

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