lunes, 17 de febrero de 2014

el museo de la prostitución

El museo de la prostitución abre sus puertas en Ámsterdam


No podía ser de otra manera, el famoso barrio rojo de la ciudad holandesa alberga desde el pasado día 6 de febrero el llamado “Red Light Secrets”, primer museo dedicado exclusivamente al mundo de la prostitución.

Tal y como recoge su nombre, el museo intenta desvelar sin ningún tipo de secretos ni misterios, lo que los visitantes no conocen del oficio más antiguo del mundo y que en la ciudad holandesa siempre se ha caracterizado por sus chicas expuestas en escaparates. Pero desde luego, esa no es más que parte de su historia, ya que el museo depara muchas más curiosidades.

Tener en cuenta que la prostitución en Holanda está permitida desde su legalización en el año 2000, no sin ninguna controversia como más adelante veremos.

El museo, de iniciativa totalmente privada, pretende ser un atractivo para el visitante del popular barrio rojo, que además podrá pasear por las calles donde se exponen cientos de escorts con el fin de satisfacer a los clientes sexualmente. Así, historia y presente se dan la mano, ya que pisar las calles de este peculiar barrio será ahora mucho más atractivo, y si cabe, hasta didáctico.



Los creadores de dicho museo han diseñado espacios especiales con el fin de que el visitante interactúe con el lugar. De esta manera se invita a los asistentes a que puedan adentrarse en el mundo más íntimo y secreto de las meretrices. Pero… ¿de qué manera?, pues desde poder situarse en los característicos escaparates del barrio rojo, pasear por la habitaciones de mayor lujo, también por otras más modestas, contemplar los sugerentes vestidos y lencería de las distintas épocas, o incluso deparar en los juguetes eróticos utilizados por las chicas a lo largo de la historia.

Hagamos una visita por dentro de cada uno de los espacios de este museo. Nada más abonar la cantidad de 7,50 euros, en una taquilla original de las casas de citas de los años cincuenta, nos introducimos en el interior de las estrechas y pequeñas casas que han configurado el famoso barrio desde finales del Siglo XIX. Ya en la parte interior de las clásicas ventanas vemos como la decoración es sobria y austera. Tan solo una cortina de color rojo, una nevera y una silla. Lo suficiente para exponerse ante los posibles clientes. De esta estancia podemos observar unas cortinas hacen la labor de puerta para separar la zona del escaparate de la de “trabajo”. En esta también la decoración no es muy rica en detalles, ya que simplemente se compone de una cama, que imita a una especie de bañera por su construcción con azulejos, una tenue luz de color violeta y un antiguo lavabo.

Resaltar que en este barrio se han llegado a contabilizar un total de 276 escaparates de este estilo, y se calculan que unas casi mil prostitutas trabajan en las calles de este barrio; lo que ayuda a configurar toda un paisaje urbano inigualable en cualquier otro lugar del mundo.
La “Fundación Gheisa”, impulsora de esta novedosa iniciativa, vela por los derechos de las trabajadoras del sector, y con la creación del museo, desea contribuir a que estos se sigan respetando dentro de la legislación existente.
El museo quiere contribuir a la «normalización» del oficio, cuya legalización en Holanda  desde el año 2000 no ha tenido todos los efectos deseados. No olvidan la existencia del trabajo forzado por los proxenetas y la trata de blancas que aún suponen un grave problema en Europa, y no menos en Holanda.
También un problema con que se encuentran a menudo, es el crecimiento de escorts que no desean inscribirse como mujeres activas dentro del sector. La mayoría estudiantes universitarias que se toman el ejercicio de la prostitución por una temporada, y no desean que en su currículum aparezca que han ejercido la prostitución; por ello conciertan citas en sus propios apartamentos sin pasar por lo que las ley contempla.
Pero la realidad es que las prostitutas que trabajan en el Barrio Rojo son mujeres con edades comprendidas entre los 21 a los 55 años, muchas de ellas estudiantes que compaginan la Universidad con el mundo escort;  como hemos mencionado que no alcanzan a pagarse los estudios o madres solteras, y en «el 70 % de los casos, con una pareja estable», según fuentes de la Fundación que ha creado el Museo.
En este particular mundo laboral se ejerce una media de unos cinco años, pero muchas de ellas no acaba de retirarse “porque se acostumbran a un estándar de vida de ingresos altos”. La fundación Geisha les ayuda a la reintegración pero a la vez, imparten cursos de autodefensa mientras ejercen.

Resaltar que al terminar el recorrido por el museo, vemos un guiño simpático. La presencia de un confesionario, donde el visitante podrá “confesar” sus pecados más lujuriosos.




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