El museo de la
prostitución abre sus puertas en Ámsterdam
No podía ser de otra
manera, el famoso barrio rojo de la ciudad holandesa alberga desde el pasado
día 6 de febrero el llamado “Red Light Secrets”, primer museo dedicado
exclusivamente al mundo de la prostitución.
Tal y como recoge su nombre, el museo intenta desvelar sin ningún tipo
de secretos ni misterios, lo que los visitantes no conocen del oficio más
antiguo del mundo y que en la ciudad holandesa siempre se ha caracterizado
por sus chicas expuestas en escaparates. Pero desde luego, esa no es más que parte
de su historia, ya que el museo depara muchas más curiosidades.
Tener en cuenta que la prostitución en Holanda está permitida desde su legalización en
el año 2000, no sin ninguna controversia como más adelante veremos.
El museo, de iniciativa
totalmente privada, pretende ser un atractivo para el visitante del popular
barrio rojo, que además podrá pasear por las calles donde se exponen cientos de
escorts con el fin de satisfacer a los clientes sexualmente. Así, historia y
presente se dan la mano, ya que pisar las calles de este peculiar barrio será
ahora mucho más atractivo, y si cabe, hasta didáctico.
Los creadores de dicho
museo han diseñado espacios especiales con el fin de que el visitante interactúe
con el lugar.
De esta manera se invita a los asistentes a que puedan adentrarse en el mundo
más íntimo y secreto de las meretrices. Pero… ¿de qué manera?, pues desde poder
situarse en los característicos escaparates del barrio rojo, pasear por la
habitaciones de mayor lujo, también por otras más modestas, contemplar los
sugerentes vestidos y lencería de las distintas épocas, o incluso deparar en
los juguetes eróticos utilizados por las chicas a lo largo de la historia.
Hagamos una visita por
dentro de cada uno de los espacios de este museo. Nada más abonar la cantidad
de 7,50 euros, en una taquilla original de las casas de citas de los años
cincuenta, nos introducimos en el interior de las estrechas y pequeñas casas
que han configurado el famoso barrio desde finales del Siglo XIX. Ya en la
parte interior de las clásicas ventanas vemos como la decoración es sobria y
austera. Tan solo una cortina de color rojo, una nevera y una silla. Lo
suficiente para exponerse ante los posibles clientes. De esta estancia podemos
observar unas cortinas hacen la labor de puerta para separar la zona del
escaparate de la de “trabajo”. En esta también la decoración no es muy rica en
detalles, ya que simplemente se compone de una cama, que imita a una especie de
bañera por su construcción con azulejos, una tenue luz de color violeta y un
antiguo lavabo.
Resaltar que en este barrio se han llegado a contabilizar un
total de 276 escaparates de este estilo, y se calculan que unas casi mil
prostitutas trabajan en las calles de este barrio; lo que ayuda a configurar toda un paisaje
urbano inigualable en cualquier otro lugar del mundo.
La “Fundación Gheisa”,
impulsora de esta novedosa iniciativa, vela por los derechos de las
trabajadoras del sector, y con la creación del museo, desea contribuir a que
estos se sigan respetando dentro de la legislación existente.
El museo quiere contribuir a la «normalización» del oficio, cuya
legalización en Holanda desde el año
2000 no ha tenido todos los efectos deseados. No olvidan la existencia del trabajo forzado
por los proxenetas y la trata de blancas que aún suponen un grave problema en
Europa, y no menos en Holanda.
También un problema con que se encuentran a menudo, es el
crecimiento de escorts que no desean
inscribirse como mujeres activas dentro del sector. La mayoría estudiantes
universitarias que se toman el ejercicio de la prostitución por una temporada,
y no desean que en su currículum
aparezca que han ejercido la prostitución; por ello conciertan citas en sus
propios apartamentos sin pasar por lo que las ley contempla.
Pero la realidad es que
las prostitutas que trabajan en el Barrio Rojo son
mujeres con edades comprendidas entre los 21 a los 55 años, muchas de ellas
estudiantes que compaginan la Universidad con el mundo escort; como
hemos mencionado que no alcanzan a pagarse los estudios o madres solteras, y en
«el 70 % de los casos, con una pareja estable», según fuentes de la Fundación
que ha creado el Museo.
En este particular mundo laboral se ejerce una media de unos
cinco años, pero muchas de ellas no acaba de retirarse “porque se acostumbran a
un estándar de vida de ingresos altos”.
La fundación Geisha les ayuda a la reintegración pero a la vez, imparten cursos
de autodefensa mientras ejercen.
Resaltar que al terminar
el recorrido por el museo, vemos un guiño simpático. La presencia de un
confesionario, donde el visitante podrá “confesar” sus pecados más lujuriosos.
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